Cuando vemos más allá de las apariencias

Rescaten al necesitado y al huérfano; hagan justicia al pobre y al indigente. (Salmos 82:3 RVA-2015)

 Cuando vemos a un hombre durmiendo en el umbral de una puerta o a una mujer que pide ayuda arrastrando las palabras, es fácil que interpretemos su situación según nuestra cosmovisión. A veces nos imaginamos que alguien en ese estado tiene una anomalía intrínseca. La verdad es que la pobreza desplaza a la gente a un mundo distinto.
 Se ha dicho que para entender a los demás hay que ponerse en su pellejo o en sus zapatos. Sin embargo, ¿es factible ponerse en los zapatos de una madre soltera indigente y enferma, que lidia con una adicción a medicamentos recetados y a quien le han quitado sus hijos para internarlos en un hogar de acogida? ¿Cómo es posible llegar a sentir lo mismo que ella? No puedo ponerme en su pellejo, pero sí puedo invitarla a hablar, a contarme su historia y decirme qué siente en su situación.
 ¿Podemos separar a la persona de la circunstancia que la afecta, cualquiera que sea, una enfermedad mental, una adicción a las drogas, la pobreza o un trastorno físico? ¿Podemos descubrir el ser que hay en el interior y tratarlo con respeto? Cuando vemos más allá de las apariencias y de nuestras presunciones tenemos oportunidad de hallar algo bueno y hasta hermoso debajo de un exterior áspero o poco atractivo.
 Al mostrar respeto, conferimos dignidad. La dignidad ayuda a las personas a verse a sí mismas por un prisma más positivo, lo que genera esperanza. La esperanza enciende en nosotros la voluntad para esforzarnos y seguir esforzándonos. Así, el respeto que manifestamos puede ayudar a una persona a emprender una nueva vida. — Caryn Phillips [1]

 Cuando estés en condiciones de ayudar a alguien, hazlo y alégrate, porque Dios está respondiendo a las oraciones de alguien a través de ti. No pienses que nadie te está utilizando, sino recuerda que tú eres útil. —Autor desconocido

[1] Conèctate Zapatos distintos

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