Debemos perdonar a otros porque…

Jesús decía: Padre, perdónalos. (Lucas 23:34 RVR1995)

Los Evangelios describen que Jesús fue azotado, golpeado y finalmente clavado a una cruz. Mientras pendía de aquel madero, aguardando la muerte, algunas de Sus últimas palabras fueron: «Padre, perdónalos». El perdón fue Su respuesta a un juicio injusto, a la flagelación que tuvo que soportar con un azote de puntas de hueso o metal que le laceraron la piel, causándole un dolor inimaginable, y a los clavos con que le perforaron las manos y los pies para luego ser dejado ahí en la cruz agonizante.

Aunque por una parte sorprende que Él respondiera de esa manera, es perfectamente consecuente con lo que leemos que Jesús enseñó acerca del perdón a lo largo de Su ministerio. No solo lo enseñó, sino que lo personificó, tanto en su vida como en Su muerte. Predicó con el ejemplo.

El perdón de Jesús era reflejo del perdón de Su Padre. En el Antiguo Testamento, cuando Dios se le reveló a Moisés, dijo de Sí mismo: «El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene Su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado». (Éxodo 34:6,7) Con ello Dios infería que el perdón es uno de Sus atributos divinos, que está arraigado en Su carácter. Este principio se manifiesta una y otra vez en el Antiguo Testamento, por ejemplo: «Tú eres Dios perdonador, clemente y piadoso, tardo para la ira y grande en misericordia». (Nehemías 9:17)

Perdonar a otros los perjuicios que nos hayan ocasionado refleja nuestro conocimiento del perdón divino. Debemos perdonar a otros porque a nosotros se nos ha perdonado. Jesús murió para que se nos pudieran perdonar nuestros pecados; igualmente se nos llama a perdonar a otros cuando pecan contra nosotros o nos hacen daño. —Peter Amsterdam [1]

No obstante, Dios es capaz de librarte de esa carga y obrar en ti una transformación. El portentoso amor de Dios posee esa rara virtud de perdonar. Movido por el amor de Dios eres capaz de perdonar. —Gabriel Sarmiento

[1] Conéctate El llamado a perdonar

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