El Gran Pintor

Santo, Santo, Santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria. (Isaías 6:3 NBV)

A mí me encantan todos los atardeceres, pero de cuando en cuando he presenciado alguno que otro tan, pero tan sobrecogedor, que no pude quitarle los ojos de encima. No cabe duda de que el Gran Pintor había captado mi atención con este. Era como si estuviese vertiendo luz líquida de colores en cada nube. En ese momento, tomé conciencia de lo impenetrable que es el poder del Señor.

¡Cuántas veces nos enfrascamos en lo mundano, nos preocupamos y nos angustiamos, y sentimos que estamos solos en el mundo con nuestros problemas y que tenemos que resolverlos sin la ayuda de nadie! Sin embargo, en esos momentos, la irrefutable realidad de que somos amados por Alguien capaz de transformar el cielo de un estallido en el más bello paisaje con tan solo un pensamiento fugaz, me recuerda en quién he puesto mi esperanza.

Se involucra en nuestra vida, y no solamente con el pensamiento fugaz de un magnífico atardecer, sino con un amor que lo motivó a hacer a un lado todo lo demás en el universo con el único fin de rescatarnos, cuando no pudimos habernos merecido menos tan amorosos cuidados. ¿Cómo podríamos preocuparnos de que fuese a olvidarse de nosotros o dejar de tener en cuenta, de manera perfecta y absoluta, hasta el último detalle de nuestras vidas, movido por el amor ilimitado e incondicional que siente por nosotros? – Maria Fontaine [1]

Acércate, ven pronto, bendito atardecer,
que tu esplendor dorado nos haga estremecer.
Dios es el fin de todo, el alma satisface,
y quien busca Su gloria con cada atardecer renace. - Calvin W. Laufer

[1] Áncora Partículas de Su gloria

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