Por último, unos obsequios

Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose lo adoraron. Entonces abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra. (Mateo 2:10-11 RVA-2015)

Una parte de la historia de la Natividad que siempre me ha resultado particularmente fascinante es la visita de los reyes magos. El Evangelio de Lucas nos dice que una luz muy brillante apareció en el cielo la noche del nacimiento de Cristo. ¿Será que aquella «multitud de las huestes celestiales» iluminó con tanta intensidad el cielo nocturno que aquellos sabios astrónomos la confundieron con un flamante cuerpo celeste?

Lucas dice que después que el coro celestial terminó de cantar se elevó hacia el cielo. No olvidemos que los magos afirmaron haber visto a la estrella ascender. ¿Pudo haber sido aquel el resplandor que apareció sobre la casa de María y José? ¿Por qué no? Por lo que sabemos, aquel matrimonio era visitado con frecuencia por ángeles.

Por último, se hace mención a unos obsequios. Entiendo el motivo por el que le regalaron oro, pero ¿por qué el incienso y la mirra? Esas dos sustancias resinosas eran más caras por unidad de peso que el oro y se obtenían a partir de árboles cultivados, entre otros lugares, en lo que hoy es Yemen.

No sé muy bien qué uso podrían haberles dado a esas esencias María y José. Tal vez las vendieron en Egipto para cubrir sus gastos de subsistencia. De algún modo tenían que solventar su estadía.

En todo caso, los magos llegaron, adoraron y, advertidos por Dios de que Herodes pretendía matar a Jesús, retornaron a su país por otra ruta. [1]

Porque el oro simboliza el poder de un rey, el incienso el honor de Dios y la mirra el entierro del cuerpo; y, en consecuencia, le ofrecen oro como rey, incienso como Dios y mirra como hombre. - San Juan Crisóstomo

 

[1] Conéctate Cavilaciones sobre los reyes magos

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