Rinden homenaje al Rey del Universo
¡Gracias a Dios por su don inefable! (2 Corintios 9:15)
Cuando nos damos un tiempo para meditar en lo que Jesús tuvo que renunciar y en lo que hizo por nosotros, el asombro que nos produce puede quedar grabado a fuego en nuestro corazón y motivarnos a alabar a Dios por habernos hecho Suyos en tantos sentidos y habernos infundido nueva vida.
Los pobres entienden las circunstancias de extrema pobreza en que nació Jesús. Ven a un Dios que los comprende, que pese a ser el Rey del universo se introdujo en carne humana a su cansino y lacerado mundo porque los ama y se interesa por ellos. Nosotros, los que somos más favorecidos, también podemos identificarnos con ello. El recién nacido Cristo acogió igualmente a los reyes magos, ya que a todos los que se acercan, Dios los recibe con los brazos abiertos.
Todos los que estuvieron presentes en aquella primera Navidad fueron atraídos hasta el lado de nuestro Señor por medio de señales sobrenaturales concertadas desde el Cielo. Aunque los reyes magos no estuvieron ahí al mismo tiempo que los pastores, al incluirlos en el pesebre se crea un bello cuadro arquetípico, simbólico de que todos, ricos y pobres, le rinden homenaje al Rey del Universo.
Aquel bebé, considerado simplemente como el primogénito de María por la gente de la época, era en realidad Dios hecho carne, el mismo ayer, hoy y por los siglos. Vino a la Tierra para dar vigor a los pobres, ayuda a los necesitados y afligidos y ofrecernos un resguardo de la tormenta. Nuestro Libertador, nuestro Refugio y nuestro Dios. [1]
Si en lugar de una joya o siquiera una flor, hiciéramos a un amigo el obsequio de un pensamiento amable, sería obsequiar como lo hacen los ángeles. - George MacDonald (1824–1905)
[1] Conéctate Reflexiones navideñas