Dar gracias por pequeños detalles
Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. (2 Corintios 4:16 NVI)
Muchos adultos en algún momento hemos observado a un niño retozando alegremente y hemos deseado volver a la niñez. He aquí algunos consejos para revivir el encanto de la infancia.
- Redescubrir el mundo que te rodea. Observa con más detenimiento las cosas que constituyen el telón de fondo de tu existencia: los brotes de ese árbol que ves todo los días cuando te diriges al trabajo, los rayos matinales de sol que se cuelan por la ventana de la cocina, las nubes blancas que se destacan sobre el cielo azul…
- Aprender algo nuevo. Los niños no tienen tiempo de caer en rutinas porque siempre andan ocupados descubriendo cosas nuevas.
- Premiarse. Ponte una meta para la semana y escoge el premio que te vas a dar cuando la cumplas. El mejor incentivo es la expectativa que eso te genera. Da resultado, tengas la edad que tengas.
- Conversar con un niño. Si quieres ver las cosas con nuevos ojos, pregunta a un niño sobre casi cualquier cosa. Los pequeños derrochan ingenio, sagacidad, imaginación, esperanza, compasión... y mil cosas más. No te sorprendas si de tu subconsciente resurgen algunos pensamientos de tu niñez.
- Desenchufarse. Tu mundo no se acabará porque dejes de trabajar y producir por unos minutos. Relájate. Abriga pensamientos felices.
- Dar gracias por pequeños detalles. Un niño se queda encantado con un regalito sencillo, una oportunidad de salir a jugar, un poco de atención que se le preste o un columpio vacío que encuentre en el parque. Piensa en las cositas que tú disfrutas y da gracias por ellas. [1]
Lo que el niño ama persiste en el ámbito del corazón hasta la vejez. —Gibran Jalil Gibran (1883-1931)
[1] Conéctate Recobrar la dicha