Dios es el juez
No juzguen según las apariencias sino juzguen con justo juicio. (Juan 7:24 RVA2015)
Existe cierta confusión a veces en nuestra vida como cristianos entre cuándo obedecer el mandamiento de Jesús de «no juzgar», (Mateo 7:1) cuándo «juzgar con justo juicio». Se nos manda no juzgar y condenar a los demás, y a la vez juzgar con justicia, lo que requiere discernir, sopesar y diferenciar entre el bien y el mal.
No juzgar no quiere decir que no podamos ni debamos evaluar si algo está bien o mal o medirlo según el patrón de la Palabra de Dios y formarnos nuestras convicciones con arreglo a ello.
Si bien es normal —y a veces necesario— evaluar y analizar las decisiones y acciones de alguien y sopesarlas en nuestra balanza moral, eso no significa que entonces debamos tratar a esa persona de forma poco amorosa o farisaica, o apresurarnos en condenar a los demás a causa de las opciones que han escogido.
Únicamente Dios está en posición de juzgar con justicia y sabiduría.
Como cristianos, no tenemos que sentirnos obligados a juzgar cada actitud o acción de los demás. Debemos preocuparnos más por amar a la gente y ayudarla a llegar al Cielo que por juzgarla en la tierra.
Dios es el juez; Él conoce el corazón de cada uno y lo entiende todo de forma que nosotros jamás podríamos. [1]
Yo siempre prefiero creer lo mejor acerca de todas las personas: te ahorra un montón de problemas. - Rudyard Kipling (1865–1936)
[1] Áncora Juzgad con justo juicio