El espléndido regalo que nos hizo Dios
De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Pongamos por ejemplo este verso, la bondad y misericordia divinas fluyen como un torrente por el texto bíblico. Pero yendo más lejos, lo acontecido hace 2.000 años en Belén puso el amor y la ternura de Dios por la humanidad en un plano infinitamente más alto. Para reconciliarnos con Él, Dios ofrendó a Su único Hijo, que se encarnó asumiendo la forma de una criatura débil e indefensa. Todo por salvar a la humanidad.
Desde entonces incontables hombres y mujeres de fe han hecho eco de los episodios de la Navidad para transmitir el amor y el mensaje de Cristo a sus semejantes y al mismo tiempo contribuir a mejorar el mundo que los rodeaba. Gente como Fred, el personaje de Dickens: «Siempre he pensado que la Navidad es una fecha estupenda, una temporada de perdón, de afecto, de caridad, la única ocasión que conozco, en el largo calendario del año, en que hombres y mujeres parecen ponerse de acuerdo para abrir libremente sus cerrados corazones y considerar a los que son inferiores a ellos como compañeros de viaje hacia la tumba y no como seres de otra especie con un destino distinto».
Así pues, al margen de cuales sean tus circunstancias, ¿por qué no dedicas un rato a meditar en el espléndido regalo que nos hizo Dios a todos aquella primera Navidad: Su hijo Jesús? pasemos más tiempo comunicando Su amor y Su verdad con quienes tengamos ocasión. Al hacerlo, pasaremos tiempo con Jesús mismo, que dijo: «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” [1]
Este es el motivo por el cual el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre, entrando en comunión con el Verbo y recibiendo de este modo la filiación divina, llegara a ser hijo de Dios. - San Ireneo
[1] Conèctate La presencia