Es como si extendiéramos los brazos hacia Él
Alcen sus manos hacia el santuario y bendigan al SEÑOR. (Salmos 134:2 RVA-2015)
Cuando alzamos las manos para alabar al Señor, eso nos da una sensación de entrega. Por lo visto, también significa nuestra dependencia en el Señor. Es como si extendiéramos los brazos hacia Él. Es un gesto físico sin mayor trascendencia, pero a veces ciertas cosas físicas aparentemente insignificantes parecen ser una declaración visible de que necesitamos al Señor. Es parecido a la importancia de expresar nuestras alabanzas con palabras, y no solo oír y asentir mentalmente.
En nuestra vida, el Señor constantemente se propone enseñarnos lo importante que es nuestra relación con Él. Desea nuestro amor y nuestra devoción. Nuestra adoración y oraciones de alabanza son un testimonio de nuestra fe, a medida que elevamos nuestras plegarias al Señor, ya sea con cantos o en palabras.
A medida que durante el día entramos por Sus puertas con acción de gracias y por Sus atrios con alabanza, y hagamos una pausa para bendecir Su nombre, podemos elevar una oración espontánea, o cantar un estribillo, o recordamos algunos versículos de alabanza para expresar lo mucho que apreciamos todas las bendiciones que nos da.
A medida que hacemos una pausa para ofrecer alabanzas a nuestro estupendo Salvador y le damos gracias, también recibimos dádivas valiosísimas y Sus bendiciones que nos ha prometido. «Bienaventurado el pueblo al cual así le sucede. ¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor!» (Salmo 144:15) —Maria Fontaine [1]
Cuando levantamos nuestras manos en alabanza y adoración, rompemos frascos espirituales de perfume sobre Jesús. La fragancia de nuestra alabanza llena toda la tierra y toca el corazón de Dios. —Dennis Ignatius
[1] Áncora Expresar alabanzas y adoración a Dios