Esperando que los vientos cambien

Bueno es el SEÑOR para los que en él esperan, para el alma que lo busca. (Lamentaciones 3:25 RVA-2015)

El otro día mi esposa y yo nos dimos un paseo por la zona que bordea un amplio lago que ofrece un bellísimo paisaje. Contemplábamos las escarpadas montañas que lo flanqueaban por ambos costados, el río que le entregaba su caudal de agua dulce, las aves que se lanzaban en picada sobre las olas, las tonalidades siempre cambiantes y el reflejo del sol que sobre la superficie se deshacía en destellos dorados. El vasto lago y las montañas adyacentes ofrecen un clima singularmente grato y resguardado.

Por las mañanas la brisa suele descender del norte y en las horas de la tarde aumenta en intensidad e invierte su dirección procedente del sur. En ese momento era mediodía, entre vientos, razón por la cual los botes permanecían quietos a la espera de que los vientos cambiaran.

De repente se me ocurrió que en la vida hay momentos en que navegamos entre vientos.

Es entonces cuando nos corresponde esperar a que el viento arrecie, infle nuestra pequeña vela y ponga nuestra nave otra vez en movimiento.

Cuando nos encontremos entre vientos podemos continuar apuntando a las estrellas, soñando en grande y poniéndole corazón a las tareas que nos encomiende, sean cuales sean. No obstante, es inútil ponernos a soplar para inflar nuestra propia vela. De Dios depende enviarnos viento con la fuerza que Él quiere y en el momento en que lo disponga. Podemos confiar en que Él sabe lo que más nos conviene. - Paul Valour [1]

Esperar en Dios requiere la voluntad de soportar la incertidumbre, de llevar dentro de sí mismo la pregunta sin respuesta, levantando el corazón a Dios sobre esto cada vez que se entrometen en nuestros pensamientos. - Elisabeth Elliot

[1] Conéctate Entre vientos

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