La vida en el universo de Dios es muy diferente

Y el mismo Señor de paz les dé siempre paz en toda manera. (2 Tesalonicenses 3:16 RVA-2015)

 Todos estamos de acuerdo en que no hay lugar en este mundo en el que no existan penurias y sufrimiento. Queremos creer que Dios es bueno y amoroso, que lo ve todo y que tiene el mundo entero en Sus manos. Sin embargo, cuando nos sobrevienen desgracias, ese concepto queda seriamente en entredicho.
 Mi mujer y yo vivimos y trabajamos en varios países asiáticos, nuestra labor de transmitir el evangelio nos llevó a entablar amistad tanto con ricos como con pobres, y en todos los estratos de la sociedad encontramos personas que mostraban cualidades de extraordinaria abnegación y alegría. Entonces entendimos que el denominador común no era la pobreza económica, sino el sufrimiento. Cada uno tenía la vivencia de alguna pérdida que había despertado en él o ella la gracia y la generosidad hacia los demás.
 El mundo está lleno de quimeras. Los logros y ganancias se persiguen sin descanso, mientras que el fracaso se desdeña y debe evitarse. En cambio la vida en el universo de Dios es muy diferente. El fracaso y el sufrimiento son algunos de los medios de los que Él se vale para ayudarnos a ver las cosas desde una perspectiva más acorde con la realidad.
 Aún hoy Jesús nos declara estas promesas: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.» (Mateo 5:3-8) —J.M. Stirling [1]

 Jesús nos enseña a vivir el dolor aceptando la realidad de la vida, con confianza y esperanza, poniendo el amor de Dios y del prójimo también en el sufrimiento: el amor es lo que transforma todo. —Santo Padre Francisco

[1] Conéctate Los frutos del sufrimiento

Previous
Previous

Cuidas el tiempo con diligencia

Next
Next

Tal como Yo creo en ti