Pequeñas acciones en numerosas formas pequeñas
¡Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti el SEÑOR? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios. (Miqueas 6:8 RVA2015)
Es poco probable que uno llegue a tener la vocación de patriarca de naciones que tuvo Abraham. No muchos tenemos la fuerza de Sansón para castigar a los malhechores. Rara vez se nos concede, como a Ester, la responsabilidad de salvar a nuestro pueblo.
La mayoría carecemos de la valentía del profeta Daniel, que arriesgó su vida y su integridad física en defensa de su fe, y menos el vigor del apóstol Pablo, que evangelizó casi todo el mundo conocido de su época
La mayoría nos asemejamos más a esos individuos anónimos que aparecen en los Evangelios, como los que se sentaron en la hierba a escuchar a Jesús y comer pan y pescado. Como ellos, tenemos la esperanza de que Sus palabras penetren en nuestro corazón y transformen nuestra vida. Desde luego, Él nos ha dado mucho que digerir.
No es menester que realicemos algo excepcional o llamativo para que nuestra vida valga la pena. El secreto está en descubrir cuál es el llamado de Dios para nosotros y en determinar la mejor manera de cumplirlo.
Algunas de las vidas más emblemáticas se edifican a base de pequeños actos e innumerables gestos. [1]
Oración: Dios mío, dame fe para creer, amor para dar preferencia a los demás, confianza para compartir con quienes sufren necesidad, fuerzas para hacer lo que haya que hacer, paciencia para escuchar y amabilidad para prestar atención a los que me rodean. Amen
[1] Conéctate Una vida plena