Sacrificios poco espectaculares

No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos. (Juan 15:13 NTV)

A veces me he preguntado cómo actuaría yo si me viese en una situación en que pudiera salvar una vida ajena a cambio de dar la mía. Claro que es improbable que alguna vez me enfrente a una prueba tan trascendental. Lo más natural es que las ocasiones de entrega y sacrificio que se me presenten sean más prosaicas y que no me exijan algo tan radical como dar la vida.

¿Me ofrezco a acompañar a un amigo que está pasando por un mal momento pero que no es particularmente agradable ni de fácil trato? ¿O pongo algún pretexto y procuro evitarlo? ¿

¿Visito a una amiga que está enferma, no solo una vez para quedar bien, sino más veces, con la regularidad que haga falta? Si consigo un boleto para un importante recital o evento, ¿se lo ofrezco a un amigo que no lo pudo conseguir?

Cuando los gustos de mis amigos en cuanto a restaurantes, pasatiempos y distracciones difieren de los míos, ¿tiendo a exigirles que se acomoden a mis deseos?

Oportunidades como esas de hacer sacrificios poco espectaculares son parte de la cotidianidad y constituyen pruebas mucho más fehacientes de mi carácter que un hipotético drama de vida o muerte. - Gabriel García Valdivieso [1]

Amar para ser amado es humano; pero amar por amar es angelical.  - Alphonse de Lamartine (1790–1869)

[1] Conéctate Amistad y sacrificio

Previous
Previous

Él nos ama

Next
Next

Las luces del litoral