Ser fieles a la comisión que nos encomendó Dios

Dios miró todo lo que había hecho y consideró que era muy bueno. (Génesis 1:31)

 Seguidamente encomendó a los seres humanos la tarea de velar por Su creación y administrar sus recursos, no en calidad de dueños, sino de encargados. «Tomó, pues, Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase». (Génesis 2:15)
 Muchas partes del planeta conservan su belleza prístina y funcionan tal como Él dispuso. No obstante, algunas partes sufren de gran deterioro.
 Como a los humanos se nos encomendó cuidar de Su creación, compartimos la responsabilidad y también sufrimos las consecuencias. La contaminación del aire y del agua ha mermado la calidad de vida de millones de personas; el calentamiento global plantea un grave riesgo para las poblaciones asentadas en zonas costeras de poca elevación; la deforestación va de la mano de la desertificación; zonas de nuestros océanos, lagos y ríos están quedando sin vida.
 El planeta, que es la casa de todos, corre peligro, y es tarea de cada uno de nosotros hacer lo posible por cuidarlo, ya que para eso se nos encomendó.
 Trabajando juntos, y con la ayuda de Dios, podemos mejorar las cosas. Podemos hacer la parte que nos corresponde para ser fieles a la comisión que nos encomendó Dios. —Keith Phillips [1]

 La naturaleza y la Biblia son obra del mismo Creador. La Biblia, decía Galilei, es la palabra de Dios. La Naturaleza, en cambio, es su escritura. —Antonino Zichichi

[1] Áncora Cuidar nuestro planeta

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