Vivimos con propósito nuestra vida
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (Juan 13:34 RVR1995)
Hay tanto que hacer. Es fácil quedarnos inmersos en todo lo que hay que hacer. Independientemente de tu ocupación y estilo de vida —si estudias, trabajas o diriges una labor misionera en un país donde no naciste— los muchos detalles de la vida cotidiana pueden ocupar nuestro tiempo y energía de modo que no hagamos una pausa y pensemos en lo que hacemos de nuestra vida y por qué.
Al fin y al cabo, Dios es amor. Amar es nuestro mayor privilegio, nuestra más grande obligación: ante todo amar primero a Dios, seguido cercanamente por el amor al prójimo.
Hay muchos beneficios de vivir con amor a Dios y al prójimo. Una de las principales restituciones es que cuando vivimos más para el prójimo que para nosotros mismos, descubrimos que la vida tiene un propósito. Cuando vivimos con propósito, nuestra vida tiene valor.
No muchas cosas de nuestra vida son eternas. El amor lo es. El amor tiene valor eterno
A fin de vivir la vida de amor que Dios quiere que tengamos, debemos acercarnos al Señor y recibir Su Espíritu y Su amor. [1]
No pasaré por este camino más de una vez. Por lo tanto, si puedo hacer un bien, ser bondadoso con un ser humano, lo mejor es que lo haga ahora, que no lo posponga ni lo relegue; pues no volveré a pasar por esta senda. - Stephen Grellet
[1] Áncora Hallar la razón de tu vida, 1ª parte