Dios está presente, siempre presente
El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro. (Salmo 18:2 NTV)
SEl hecho es que, al igual que la montaña, Dios siempre está presente, en toda Su majestuosidad. El que lo veamos o percibamos, o no, es ajeno a la cuestión; el hecho es que está ahí. En medio de todas las tormentas de nuestra vida, en tiempos de incertidumbre, confusión o fe frágil, aun cuando nos asaltan temores, cuestionamientos y dudas, o nos afecta alguna desgracia, Él sigue ahí.
En la vida hay temporadas de sol radiante en las que las bendiciones de Dios son patentes. En otros momentos —como cuando la cima de la montaña estaba anubarrada— se nos hace un poco más difícil ver o sentir Su presencia. En medio de la espesa bruma de la incertidumbre uno puede llegar a cuestionar si, efectivamente, Dios sigue ahí.
Puede que nos preocupemos o temamos; tal vez dudemos o sintamos inseguridad. Las tormentas que ensombrecen nuestra vida en determinados momentos pueden producirnos la sensación de que Él está ausente, de que no nos escucha o no se interesa por nosotros. Pero la realidad de las cosas es que las tormentas, la neblina y los vientos de la vida no alteran en nada la presencia de Dios, así como esos elementos de la naturaleza tampoco alteran la montaña.
Dios está presente, siempre presente. Jamás nos dejará ni nos desamparará. Puede que nuestra fe flaquee, pero Él no depende de nuestra fe, por cuanto Él es la Roca, la montaña, el Dios fiel en quien podemos apoyarnos. Siempre. [1]
Dios da esperanzas a quienes sueñan. Concede milagros a quienes creen. Nunca defrauda a quienes confían y nunca abandona a quienes andan con Él. - Nishan Panwar
[1] Conéctate La Roca