Concéntrate en el agradecimiento y la alabanza

¡Pero gracias sean dadas a Dios, de que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! (1 Corintios 15:57)

 Todos pasamos por momentos en los que nos parece que la situación en que nos encontramos no tiene arreglo. Y bien puede ser que sin la intervención divina eso sea cierto.
 No podemos decir: «Jesús, confiaré en Ti y te alabaré siempre que hagas esto o aquello por mí, o que no permitas que suceda esto o aquello». Es vital ponernos en Sus manos, sabiendo que Él siempre nos sacará adelante y hará que al final lo que sea que enfrentemos redunde en bien. Agradecer a Dios después que algo sucede se llama gratitud. En cambio, agradecer a Dios por la respuesta a tus oraciones antes que esta se produzca, eso requiere fe.
 Por fe, puedes agradecer de antemano a Dios, sin que hayas visto aún la respuesta. Podrías decir algo así: «Jesús, ¿recuerdas la petición que te hice hace poco? Te doy gracias porque cuento con la respuesta. No tengo que presenciarlo para saber que has respondido».
 No sigues en plan pedigüeño: «Dame, dame, dame, te lo ruego». Más bien dices: «Jesús, este es mi clamor, el pedido de mi corazón que sé que responderás conforme a Tu voluntad. ¡Gracias!» Cuando agradeces a Dios de antemano demuestras que tienes fe.
 Lo que alimentas es lo que adquiere poder en tu vida. Concéntrate en el agradecimiento y la alabanza, ¡y eso alimentará tu fe! ¡La fe es la victoria! Manifiesta esa fe por medio de tus palabras, tus pensamientos, las intenciones de tu corazón, y vencerás al mundo. Llena tu mente con palabras de agradecimiento y alabanza y al final saldrás triunfante. —Maria Fontaine [1]

 Al expresar nuestra gratitud jamás debemos olvidar que la muestra más sublime de agradecimiento no son las palabras que pronunciamos, sino las que con coherencia practicamos. —J.F. Kennedy

[1] Conéctate Gradecer de antemano a Dios

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