Convicción y compromiso para vivir lo que profesamos

Despójense de su vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; [...] renuévense en el espíritu de su mente, y [...] revístanse de la nueva naturaleza, creada en conformidad con Dios en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4:22-24 RVC)

 La salvación y alojamiento del Espíritu Santo ocasiona una transformación de nuestro espíritu; anulan el poder que el pecado ejerce sobre nosotros, lo cual propicia el proceso de crecimiento espiritual que cambia nuestra naturaleza esencial interior. El proceso de que nuestros pensamientos, palabras, acciones y actitudes sean reflejo de Cristo no es algo que se da espontáneamente; exige una transformación interior consciente.
 Entonces, ¿qué hacemos para renovarnos en el espíritu de nuestra mente, para revestirnos de la nueva naturaleza?
 Un factor clave es creer lo que enseña la Escritura. El tipo de creencia que produce una transformación continua no es una a la que otorgamos un mero asentimiento o reconocimiento intelectual. Es más bien una que se convierte en un pilar de nuestro modo de vivir.
 Una cosa es creer que Dios existe; otra muy distinta es vivir con el Creador como centro de nuestra existencia, de manera que nuestras decisiones y actos se basen en la relación que sostenemos con Él. Creencia en este contexto significa convicción y compromiso para vivir lo que profesamos. —Peter Amsterdam [1]

  Tres cosas son necesarias para la salvación del hombre: saber lo que debe creer; saber lo que debe desear; y saber lo que debe hacer. -Tomás de Aquino

[1] Áncora Llevar una vida transformada

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