No se trata de un valor aleatorio

Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces? (Mateo 18:21 RVA-2015)

 Quería que le diera un número, que se lo cuantificara para saber hasta qué punto era tolerable y en qué momento ya no había más espacio para el perdón. Entonces aventura una cifra: «¿Siete veces?» «No, siete veces no —le responde Jesús—, sino setenta veces siete».
 Una rápida operación nos dice que 490 parece ser el número mágico, que era mucho mayor de lo que Pedro proponía. Sin embargo, no se trata de un valor aleatorio. Como siempre, las palabras de Jesús eran precisas y certeras. En la numerología hebrea cada letra tiene un valor numérico y las palabras que poseen el mismo valor numérico suelen estar conectadas en cuanto a significado. Tamim, que en hebreo significa «completo» o «perfecto» tiene un valor numérico de 490. Dicho de otro modo, se espera un perdón pleno. No se le fija un límite.
 Diré una obviedad: ¡Eso cuesta! A veces el perdón es inmerecido o ni siquiera nos lo piden. Hay ocasiones en que no hay arrepentimiento. Aun así, la decisión de perdonar ya está establecida. Sé que perdonaré porque eso es lo que Jesús me pide.
 Una de las cosas más importantes que aprendí sobre el perdón es que se trata de un proceso continuo.
 A veces perdonar requiere más fortaleza y amor de los que me siento capaz de dar. Menos mal que el perdón no es una emoción. Es una decisión y una acción. Dado que Jesús nos salvó, contamos con la gracia para tomar la decisión de perdonar a los demás. —Marie Alvero [1]

 Nunca perdonarás a nadie más de lo que Dios ya te ha perdonado. —Max Lucado

[1] Conéctate La decisión de perdonar

Previous
Previous

salir de las tinieblas

Next
Next

Convicción y compromiso para vivir lo que profesamos