Dejar que la luz de Dios brille a través de nosotros
Porque ejemplo les he dado para que, así como yo se los hice, ustedes también lo hagan. (Juan 13:15 RVA-2015)
Puede que no siempre estemos en condiciones de evangelizar abiertamente; pero aun así podemos hacernos el propósito de que nuestra vida sea un escaparate para los frutos del Espíritu y los beneficios de seguir a Jesús, un ejemplo de buenas decisiones basadas en sanos principios: el amor, el altruismo, la fidelidad y la generosidad.
Dejar que la luz de Dios brille a través de nosotros es ponernos a Su disposición. Es vivir de una manera que refleje Su amor, Su verdad y las ventajas de creer en Él, a fin de que los demás se hagan una idea de cómo es Él y cómo es Su amor.
Para llevar una vida que refleje verdaderamente el amor, la luz y los principios divinos, es preciso que estemos accesibles y disponibles para Dios. Es preciso que haya intencionalidad de parte nuestra en ese sentido. Cuando ese es el sello distintivo de nuestra relación con Él, creamos las condiciones para que Su voluntad se cumpla por medio de nosotros.
Nos convertimos en vehículos para que Su amor, misericordia, gracia y salvación lleguen a los demás. Vivimos para algo más que nuestros propios objetivos, y eso nos permite estar en armonía con los propósitos divinos. Como reza un viejo adagio, «no hay mejor habilidad que la disponibilidad», y eso es particularmente cierto en lo relativo a estar accesible y disponible para el Señor. —Peter Amsterdam [1]
Esto es lo primero: comunicar la belleza de la fe, la belleza y la alegría de conocer a Jesús. Significa vivirla nosotros mismos y compartir esta experiencia. —Papa León XIV
[1] Áncora Disponibles para Dios