Dios siempre está observándonos
Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente.» Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: «Ama a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22:37-39 NVI)
Mientras me apresuraba para acudir a una cita pasé junto a una mujer desgreñada que pedía limosna con un bebé en brazos. Escenas así son muy comunes en Caracas.
—Dale algo —reconocí la voz de Jesús que me hablaba en mi interior.
—Es que seguramente se lo va a gastar en drogas —protesté mientras seguía caminando. —Pues entonces cómprale algo de comer.
En ese momento pasé frente a un puesto de salchichas.
—De acuerdo, lo haré por Ti.
Pedí rápidamente un perro caliente y se lo llevé. Al entregárselo le dije que Jesús la amaba y me ofrecí a rezar por ella. Aceptó, y luego de inclinar ambos la cabeza, oramos ahí mismo en la calle.
Varios días después volví a ese mismo puesto de salchichas. El dueño se negó a cobrarme. —Vi lo que hizo usted el otro día —me dijo—. Además de comprarle un perro caliente a esa indigente, rezó con ella. Llevo 15 años aquí. Miles de personas pasan todos los días, y nunca había visto algo así. Desde ahora puede comer gratis aquí.
Al igual que aquel vendedor de salchichas, Dios siempre está observándonos: «Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público». —Kevin Sosa [1]
El cristiano revela verdadera humildad cuando demuestra la benignidad de Cristo, está siempre dispuesto a ayudar a otros, pronuncia palabras amables y realiza actos desinteresados que enaltecen y ennoblecen el mensaje más sagrado que ha venido a nuestro mundo. Ellen G. White (1827–1915)
[1] Conéctate Alguien está mirando