Espíritu Santo, parte 2: “Espíritu misionero”

Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes, y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:8 RVA-2015)

Justo antes de ascender al Cielo, Jesús encargó a Sus discípulos que volvieran a Jerusalén y esperaran «la promesa del Padre», comunicándoles que serían bautizados con el Espíritu Santo.

El día de Pentecostés el Espíritu vino sobre los discípulos, y con el tiempo ellos se hicieron testigos. Existen numerosos relatos acerca de cómo los apóstoles y discípulos testificaron con el poder del Espíritu Santo.

El mismo Espíritu de Dios que facultó a los primeros cristianos para evangelizar, que obró milagros por medio de ellos y los impulsó a proclamar valientemente el mensaje aun en medio de fuerte oposición y con riesgo de martirio, mora en los cristianos de hoy en día. La misión que se les encomendó a los primeros discípulos y a todos los que ha habido desde entonces es dar a conocer el evangelio; y el Espíritu Santo nos da el poder y la unción para hacerlo.

Cierto autor escribió que el Espíritu Santo es un «Espíritu misionero». Cuando un cristiano está dispuesto a transmitir el evangelio, el Espíritu de Dios lo carga de poder para que trascienda su propia capacidad y actúe de testigo.

El encargo de testificar está claro; el poder para testificar está presente en el Espíritu Santo; y cuando cumplimos con nuestra parte y optamos por transmitir el evangelio a los demás, el Espíritu nos confiere poder y ungimiento para hacer llegar el mensaje a los perdidos y necesitados. Gracias a nuestra testificación, otras personas oyen el llamado del Espíritu de Dios para que se salven, se conviertan en hijos de Dios y vivan con Él para siempre. —Peter Amsterdam [1]

El Espíritu Santo es Dios evangelizador. —J. I. Packer

[1] Áncora La obra del Espíritu Santo en nuestra vida

Previous
Previous

El sentido de comunidad es un ingrediente vital

Next
Next

Siempre puedo mejorar