Espíritu Santo, parte 3: Los dones del Espíritu

Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo. (1 Pedro 4:10-11)

El Espíritu Santo nos concede dones para apacentar a los demás, tanto a las personas a las que testificamos como a otros cristianos con los que servimos y tenemos comunión. Los dones del Espíritu se mencionan y enumeran en seis pasajes de las epístolas.

En estos listados se alude a diversos dones, además de algunas funciones o vocaciones como la de apóstol o evangelizador. Asimismo se dice que se nos conceden esos dones para el bien de todos.

Estos son los dones enumerados: la vocación de apóstol, de profeta, de maestro; el don de hacer milagros, de sanar, de ayudar, de administrar, de lenguas, de hablar palabras de sabiduría o de conocimiento, de fe, de discernimiento de espíritus, de interpretación de lenguas; la función de evangelizador, de pastor; el don de animar, de socorrer, de dirigir, de practicar la misericordia, del matrimonio, del celibato, de hablar, de servir.

Todos ellos los podemos emplear en nuestra evangelización y en nuestro servicio al Señor y a los demás. Cada uno de ellos es un don que el Espíritu Santo entrega individualmente a las personas. Todos ellos vienen de la mano de Dios y tienen gran valor en nuestra vida y en nuestro servicio al prójimo. —Peter Amsterdam [1]

A cada uno de nosotros se nos concede un don espiritual para que podamos ayudarnos mutuamente. —Desmond Tutu

[1] Áncora La obra del Espíritu Santo en nuestra vida

Previous
Previous

La humildad nos libra

Next
Next

El sentido de comunidad es un ingrediente vital