Glorificar a Dios por medio de nuestros actos

Bienaventurado todo aquel que teme al Señor, que anda en Sus caminos. Cuando comas el trabajo de tus manos, bienaventurado serás y te irá bien.  (Salmo 128:1-2)

 En nuestra vida exterior podemos glorificar a Dios por medio de nuestros actos. Lo glorificamos cuando observamos lo que nos manda Su Palabra, cuando vivimos con arreglo a ella y llevamos a efecto los preceptos bíblicos en nuestras acciones cotidianas.
 Dado que somos seres personales que mantienen una relación con Dios, también podemos seguirlo pidiéndole en oración que nos guíe y cumpliendo con lo que nos indique. Cada uno de nosotros es diferente y el Señor es capaz de darnos a cada uno instrucciones personalizadas. Lo honramos al pedirle que nos guíe y al seguir Sus indicaciones por fe.
 Entender que Dios nos creó para que lo glorificáramos debería instarnos a hacer todo lo posible por llevar una vida que le dé esa gloria. Sin embargo, vivir una vida que glorifique a Dios no es un ejercicio que favorece solo a una de las partes; no significa que todos los beneficios le tocan a Él. Hay bendiciones que recibirán tanto en esta vida como en la otra quienes lo glorifiquen.
 El Señor desea que llevemos una vida que lo glorifique, que cuente con Su bendición y que a su vez otorgue bendición a los demás. Comprendiendo eso, los cristianos tenemos ocasión de cumplir el propósito de nuestro Creador en esta vida y vivir con Él eternamente en plenitud y felicidad, siempre dándole la gloria que se merece. —Peter Amsterdam [1]

 La persona que teme a Dios busca vivir toda la vida para la gloria de Dios... Todas las actividades de la vida deben perseguirse con el objetivo de glorificar a Dios. —Jerry Bridges

[1] Áncora Glorificar a Dios en nuestro fuero interno

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