Llegar a parecernos más a Él

Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como Aquél que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir. Porque escrito está: “Sean santos, porque Yo soy santo”. (1 Pedro 1:14-16 NBLH)

La santidad es uno de los atributos de Dios, parte de Su esencialidad. Su santidad es la diferencia fundamental entre Dios y el hombre. Si bien es posible que nosotros reflejemos a Dios practicando actos de santidad, Dios es santidad. Su santidad entraña ausencia de mal, una perfecta libertad de todo mal. Los seres humanos, por nuestra condición, no somos capaces de eso.

En 1 Juan 1:5 leemos: “Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en Él”. Dios siempre está en perfecta conformidad con Su propio carácter y en Sus actos siempre es consecuente con Su carácter santo. Dado que es santo, todas sus acciones son también santas. Por tanto, podemos estar seguros de que las acciones que realiza en relación a nosotros son perfectas y justas. Dios no puede ser injusto nunca; de serlo contravendría Su naturaleza esencial.

Ya que Dios es santo, también a nosotros se nos llama a ser santos.
 El vocablo griego traducido en este pasaje con la frase manera de vivir entraña también el concepto de conducta, comportamiento, proceder y el modo de gobernarse una persona.

Naturalmente que es imposible para nosotros ser enteramente santos, ya que somos humanos y pecamos. No obstante, la santidad es parte del camino que vamos recorriendo con el Señor y del proceso de llegar a parecernos más a Él. [1]

La santidad de Dios exige que el pecado sea castigado… pero el amor de Dios ha provisto el camino de la redención a través de Cristo. - Billy Graham

[1] Áncora En pos de la santidad

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