El trabajo de ahondar en las respuestas
Estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. (1 Pedro 3:15 RVA-2015)
La mayor parte de mi vida he descrito mi fe como la del carbonero, es decir, sé que Jesús me ama y punto. Jesús dijo que me ama. Lo afirma la Biblia. No me cuestionaba mucho. Y cuando lo hacía, generalmente quedaba satisfecha con respuestas al estilo de «solo Dios lo sabe», o «tienes que aceptar esto por fe».
En parte se debía a que recibí una formación bíblica muy sólida y eso me sirvió mucho. Mi fe era profunda y bien cimentada. En parte también podría decirse que se debía a mi letargo. No siempre quería tomarme la molestia de ahondar en las respuestas, defender mi fe y buscar un fundamento lógico para mis creencias.
Mi marido es el polo opuesto. Tiene un enfoque muy concienzudo y aplicado respecto de su fe. Cuando le surge un interrogante sobre el significado de un versículo o se topa con una cita textual cuyo contexto no lo convence, investiga en su portal bíblico las diversas traducciones. Busca referencias del griego y el hebreo y lo coteja con versículos afines, etc. Su fe no se basa en emociones, sino que crece a partir del estudio constante de la Palabra de Dios y las pruebas documentales de su verdad.
Admiro su disciplina. Él ha seguido esta recomendación de las Escrituras: «Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad». (2 Timoteo 2:15) - Marie Alvero [1]
Somos salvos solo por la fe, pero no por una fe que permanece sola. - Martín Lutero
[1] Conéctate Una gran fe