No juzguemos según la apariencia externa

El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el SEÑOR mira el corazón. (1 Samuel 16:7b RVA-2015)

 ¿Alguna vez has tenido una molestia o dolor que te sorprendió por lo debilitante que era? Quizá fue un dolor en un dedo de un pie o una molestia en el oído, que por pequeña que pareciera no te dio tregua todo el día. De pronto se aparece alguien por ahí que te dice: «Con frecuencia tengo infecciones en el oído y aunque me incomodan no dejo que me saquen de quicio. Lo que debes hacer es pensar positivamente y seguir adelante». La verdad es que aunque debemos esforzarnos por dar «gracias a Dios en toda situación», en esos casos puede ser difícil no sucumbir ante las circunstancias.
 La Biblia nos aconseja que no juzguemos según la apariencia externa. Puede que algo nos parezca bien, pero que la realidad sea francamente muy distinta de lo que percibimos. La percepción que tengamos de la situación podría llevarnos a minimizar el tormento por el que está pasando una persona. Innumerables factores pueden hacer que algo que a nosotros nos parezca insubstancial para otra persona sea una experiencia demoledora.
 Dios ve lo que nosotros somos incapaces de ver. No tenemos que determinar el grado en que alguien sufre ni decidir si alguien merece el amor y compasión divinos entregados por medio de nosotros como Sus representantes en este mundo. La misión que Él nos ha encomendado es que lo sigamos y manifestemos Su amor incondicional a este mundo que tanto lo necesita. Así pues, evitemos juzgar o medir según nuestro propio entendimiento las pruebas y enfermedades que otros afrontan. —Maria Fontaine [1]

Cada uno de nosotros no comprende realmente en los demás más que aquellos sentimientos que él mismo es capaz de producir. —André Gide

[1] Conéctate El superhéroe interior

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