No se perdieron de Su vista

Cuando ya anochecía, Sus discípulos bajaron al lago y subieron a una barca, y comenzaron a cruzar el lago en dirección a Capernaum. Para entonces ya había oscurecido, y Jesús todavía no se les había unido. Por causa del fuerte viento que soplaba, el lago estaba picado. Habrían remado unos cinco o seis kilómetros cuando vieron que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron. Pero Él les dijo: «No tengan miedo, que soy Yo». Así que se dispusieron a recibirlo a bordo, y en seguida la barca llegó a la orilla adonde se dirigían. –(Juan 6:16–21 NVI)

Muchas veces he sentido que Jesús estaba distante de mí o que yo me había apartado demasiado de Él como para saber cómo volver.

Aunque Jesús no estuviera físicamente con los discípulos cuando empezaron su viaje por el lago, no se perdieron de Su vista ni por una fracción de segundo.

Jesús sabía su ubicación exacta, así como sus circunstancias, y así pudo estar a su lado en el momento preciso en que azotó la tormenta y necesitaban Su intervención.

Así es con nosotros hoy en día. Aunque Su presencia no siempre es evidente y obvia, y puede incluso parecer distante a veces, eso no cambia el hecho de que Él está con nosotros todo el tiempo, y nunca nos pierde de vista. Él también es fiel para manifestarse claramente de incontables maneras, en los momentos en que Él sabe que es más necesario. - Steve Hearts [1]

Sus ojos siempre están sobre nosotros;
Sus ojos nunca se cierran para dormir.
Y no importa dónde vayas,
siempre estarás en Sus ojos, en Sus ojos. - «Sus ojos», de Steven Curtis Chapman.

[1] Áncora No importa cuán lejos

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