Dios no cambia con el paso de los años
Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día. (2 Corintios 4:16 RVA-2015)
Yo que ustedes, no le temería a la vejez. Algunos son muy temerosos y piensan que la tercera edad trae aparejados toda clase de infortunios e inconvenientes, que es una verdadera calamidad. Mi vida como cristiana ha sido una aventura gloriosa, maravillosa y emocionante, llena de victorias en determinados momentos, por medio del Señor Jesucristo.
Sin embargo, confieso que, sin el Señor, mi vida hubiera sido una experiencia tediosa y llena de desengaños y fracasos. He tenido oportunidad de hablar con muchas personas a las que las atormenta una sensación de inutilidad. Se sienten inquietas y nada las satisface, porque no conocen al Señor ni tienen verdadera fe en Dios.
En ocasiones vemos lo temerosa que es la gente e incluso cuánto temen el futuro. Pero, ¿por qué? ¡Si Dios no cambia con el paso de los años! El Señor sigue siendo el mismo y Sus promesas son verdaderas, así de simple. Su Palabra se aplica por igual a las personas mayores y a las jóvenes. Él siempre permanece igual.
En emergencias y pruebas inesperadas que se prolongan, Dios cumple con Sus promesas de la misma manera en que lo hacía cuando éramos jóvenes. Lo que nos dice es: «No te dejaré en la vejez». Cuando te sientas estresado, ¡no te desanimes! Él dice: «No te desampararé». ¡Y te lo dice en serio! —Virginia Brandt Berg [1]
No busco la puesta del sol
a medida que mis días se acaban,
busco más bien el alba
con su suave luz dorada
que me recibirá un buen día
en ese lugar glorioso
donde no hay noche ni tinieblas
sino esplendor, luz, brillo y gozo… —A. S. Reitz (1879-1966)
[1] Áncora Victoria en la vejez