Un Amigo al que podemos acudir

Por esta razón les digo que todo por lo cual oran y piden, crean que lo han recibido y les será hecho. (Marcos 11:24 RVA-2015)

 Estaba cansado y me quedé dormido mientras viajaba en el tranvía. Al llegar a destino me desperté de sopetón y apenas logré bajarme a tiempo. Para mi mala fortuna, no fue hasta después de mi visita al dentista que me di cuenta de que había dejado mi computadora portátil a bordo.
 Empecé a recriminarme recordando que mi mujer me había advertido que dejara la computadora en casa. En mi cabeza repetía el diálogo: «Podrías perderlo». «¿Quién? ¿Yo? No, que va».
 Entonces se hizo audible la otra voz, la que llamo «la Palabra Viva»: Si me piden alguna cosa en mi nombre, yo la haré. Pidan, y se les dará.
 Llamé a mi amigo Andrés y le conté mi situación. Rezamos juntos para poder recuperar mi equipo portátil. Le encomendé mi desventura a Dios para que se hiciera cargo de ella.
 Después del dentista, tomé otro tranvía en dirección a mi próximo destino. Mientras pensaba y hablaba con Dios sobre lo ocurrido advertí que una jovencita se dirigía hacia el conductor con un bolso que me era conocido. ¡El bolso de mi computadora! En una especie de éxtasis corrí hacia ella, le expliqué lo que me había sucedido y recuperé mi equipo. Le agradecí efusivamente.
 ¿Qué probabilidades hay de abordar el mismo coche y encontrar en él mi portátil al cabo de tres horas de haberlo perdido?
 La diferencia que hace la fe es que no estamos solos en nuestras pruebas y tribulaciones; contamos con un Amigo al que podemos acudir. —Curtis Peter van Gorder [1]

 Dios responde a nuestras oraciones no porque seamos buenos, sino porque Él es bueno. —A.W. Tozer

[1] Conéctate No estoy solo

Previous
Previous

Un mundo perfecto

Next
Next

Es el Ser Supremo