Yo vine al mundo para traer perdón
¡Tened, pues, cuidado! Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónale. Y si siete veces al día peca contra ti y siete veces al día vuelve a ti y te dice «Me arrepiento», perdónale.» (Lucas 17:3-4 RVR)
La capacidad de perdonar forma parte de la naturaleza y esencia de Dios, y cuando ejercitas ese don te elevas por encima de las limitaciones de tu condición humana.
Decidirse a perdonar a alguien es uno de los actos más difíciles que hay, sobre todo si el perdón es inmerecido. La naturaleza humana demanda venganza y revancha, o al menos compensación.
Pero Yo vine al mundo para traer perdón y salvación de los pecados.
Si te imbuyes de Mi manera de ser, verás que una de las características es la buena disposición para perdonar.
El que la persona que procedió mal contigo merezca o no perdón no es lo medular del asunto; lo importante es que tú obres bien, ofreciendo a los demás la misma misericordia y perdón que Yo te ofrezco. Perdona a quienes te han ofendido, así como tu Padre celestial te perdona. – Jesús [1]
¿Por qué habría de perdonar a alguien que no me pide perdón? —suelen preguntarme. Contesto: —La vida es muy breve para quedarme esperando a que alguien me pida perdón. - Stella Sabiti
[1] Conéctate Perdonar es divino